El término estrés fue acuñado a mediados del
siglo XX por el médico y fisiólogo Austro-húngaro, Hans Selye. Durante sus
investigaciones, Selye descubrió que el organismo generaba una respuesta
fisiológica no específica cuando era sometido a lo que denominó “agentes
nocivos”, y bautizó dicho proceso orgánico como Síndrome General de Adaptación
(SGA) que posteriormente sería conocido como estrés.
En sus investigaciones sobre el estrés,
descubrió que frente a las demandas requeridas al cuerpo, el hipotálamo enviaba
una señal a la pituitaria para que esta liberara hormonas adrenocorticoides
(HACT) en el torrente sanguíneo, esto a su vez causaba la liberación, por parte
de la corteza suprarrenal, de sustancias corticoides, que eran transportadas a
todos los lugares del cuerpo en los que eran requeridas para elevar los niveles
de defensa del organismo frente al “agente nocivo” o estresor.
Ahora bien, dado que los estresores abarcan
cualquier demanda al organismo, Selye distinguió dos tipos de estrés,
dependiendo de si los resultados de la acción fisiológica llevaban
adecuadamente a una adaptación positiva o no del cuerpo a las circunstancias
del exterior. En el primer caso, donde el individuo era capaz de adaptarse
satisfactoriamente a las demandas requeridas, debido a la justa y armónica
reacción fisiológica experimentada, lo llamó eustrés; mientras que en el
segundo, donde el sujeto reaccionaba biológicamente de forma inadecuada o
desmedida, lo denominó distrés.
Hans Seyle mostrando una de sus obras.
Existe una gran variedad de signos físicos y psicológicos
que son consecuencia del distrés, así como múltiples enfermedades directamente
relacionadas a él. Entre ellos tenemos: tensión y dolor en los músculos,
sobretodo del cuello, y de la espalda, molestias en el pecho, dolor de cabeza,
temperatura corporal elevada, cansancio frecuente, trastornos del sueño como el
insomnio y las pesadillas, sequedad en la boca y garganta, desórdenes
estomacales, irritabilidad, ansiedad, disminución de la concentración y de la
memoria, miedo, fobia, nerviosismo, tics nerviosos, y sensación de fracaso; así
como también hipertensión, accidentes cerebrovasculares, úlceras,
trastornos gastrointestinales, asma, cáncer, migrañas, alteraciones
dermatológicas, entre otras, además de empujar a la persona a hábitos poco
saludables y a la generación de adicciones.
El Distrés es muy común en nuestra sociedad actual.
Desde los años 70 en adelante, motivados por los
maravillosos efectos de la acupuntura en el tratamiento del dolor, muchos científicos
han realizado en diversas partes del mundo investigaciones sobre los efectos
fisiológicos de la acupuntura y la moxibustión, develando mecanismos
maravillosos no solo en el campo del dolor sino en el campo de la
neuropsiquiatría: La aplicación de la acupuntura y de la moxibustión, permite
regular los niveles de cortisol y adrenalina en el organismo (sustancias
implicadas en la fase de alarma del distrés), evitando así que estas generen
los daños físicos y psicológicos a los que los altos niveles de estas
sustancias están asociados. En el mismo sentido, a través de la aplicación de
estas técnicas se genera un estado de alerta y aprendizaje, producido por los
niveles de dopamina ligeramente elevados; que es acompañado por una sensación
de satisfacción y de pertenencia, impulsada por los niveles aumentados de
serotonina y endorfinas. Esto significa que la acupuntura no solamente es capaz
de controlar o eliminar la reacción fisiológica que causa el distrés, sino que
genera una respuesta fisiológica consistente con el eustrés, la sensación de
bienestar o felicidad. Permite a través de la acción fisiológica, generar un
estado en el que el individuo se sienta más feliz y por lo tanto acepte con una
actitud más positiva los estímulos de su entorno, además de tener un efecto de
regulación sobre el apetito, el sueño, y la temperatura corporal.
Es por ello que la acupuntura tiene una fama bien justificada en el
tratamiento del distrés, permitiendo que la persona se sienta bien y también
evite las consecuencias negativas que conlleva para la mente y el cuerpo, el
vivir bajo condiciones estresantes.
Vivir tranquilamente no tiene precio...
No hay comentarios:
Publicar un comentario